27-11-2015
Como reza el poema de Dean Burgon: "Una ciudad rosada tan antigua como el tiempo". Espectacular, bellísima, impresionante, misteriosa, no hay adjetivos que le haga justicia.
A las siete de la mañana me lleva una furgoneta desde el hotel. Gratis. ¡Aleluya! La entrada a Petra vale 50 dinares para un día y 55 para dos. Por cinco dinares mas merece la pena estar dos días. Donde se compran las entradas hay unos panfletos con un mapa del recinto. Un poco esquemático pero vale para apañarse uno. Como es temprano y temporada baja, no hay cola en la taquilla.
Lo primero hay un camino polvoriento y bastante feo, de casi un kilómetro para llegar a donde empieza lo interesante. Lo único de interés en este camino es el templo de los obeliscos del siglo I a.C. Los beduinos te asaltan constantemente ofreciéndote llevar en camello o en burro por, según ellos, un buen precio. De momento es cuesta abajo, por lo que si se quiere ir en burro es mejor esperar a la vuelta. De repente llega lo bueno: el Siq. Una gran garganta de 1,2 kilómetros franqueada por altas paredes de hasta 80 metros de altura. Es espectacular. Voy prácticamente solo maravillandome de los colores rojizos de la garganta y con la emoción de que, en cualquier momento, puede aparecer "el tesoro", que es el templo que sale en la película de Indiana Jones. Una cosa que me sorprende es que a lo largo de todo el cañón hay tallado, a ambos lados, un canal para llevar el agua. Al ir solo respiro paz y tranquilidad y un sobrecogimiento que me inunda al contemplar la belleza de las altas paredes.
Y por fin, poco a poco, va apareciendo el monumento mas famoso de Petra: al khazneh, también conocido como el tesoro. Una fachada tallada en la pared de 30 metros de ancho y 43 de altura que quita el aliento al verla. Desde que vi Indiana Jones he querido ver esto. Solo de pensar que esta tallado en la montaña, hace que se me pongan los pelos de punta, bueno los pocos que tengo. Es precioso, el monumento mas bonito de Petra, sobre todo por su buen estado de conservación y el lugar en el que esta ubicado. Fue construido como tumba para un rey nabateo en el año I a,C. A estas horas no hay casi gente y puedo disfrutar sin aglomeraciones de turistas. Se le llama el tesoro porque dice la leyenda que un faraón escondió allí su tesoro. Los beduinos se creyeron la historia y disparaban a la urna a ver si caía algo. Por eso hay numerosas marcas de bala en la fachada.
Quiero subir al mirador que hay a la derecha del tesoro pero hay un cartel de prohibido pasar. Pregunto y, efectivamente, esta cerrado el paso. Según el mapa parece que se puede ir por otro camino mas largo. Subiendo al altar de los sacrificios. Una buena subida mediante peldaños excavados en la roca, me lleva, a través de una barranquera, al altar de los sacrificios. Poco menos de diez minutos antes he visto a una chica que, en un recodo del camino en el que hay un puesto que vende collares, se ha ido a la izquierda. Yo allí dudo y el del puesto me dice que a la derecha. Yo tonto por hacerle caso ¡Si no sabe donde quiero ir! Cuando llego al altar me doy cuenta que al mirador del tesoro no puede ser por aquí. Me doy la vuelta y cojo el otro camino. Después de un rato llego a un alto. Allí una beduina me explica como llegar pero no me entero de nada. Solo se que tengo que ir para la izquierda y en 20 minutos llegaré. Hay unos mojones y los voy siguiendo a ver si hay suerte. Es un poco lioso pero al fin consigo llegar. Tengo una panorámica expendida del tesoro desde lo alto. Esta vistas, durante la hora que estoy allí, no tienen precio. Estoy mas de una hora totalmente solo disfrutando del panorama que me brinda este sitio privilegiado.
Cuando considero que ya llevo lo suficiente, vuelvo a subir al altar de los sacrificios. Allí no hay mucha cosa. A destacar dos obeliscos de 6 metros de altura. De allí me bajo por la parte de atrás. La bajada me encanta. Hay desgastados escalones, veteados de tonos rojizos, excavados en la roca. Al fondo, muy abajo en la lejanía, puedo observar otras tumbas nabateas. El sendero es una delicia. La soledad me acompaña todo el camino. Apenas me cruzo con un pequeño grupo. Llego a una antigua cisterna de agua y aquí hago una pausa para comer. Me hago un bocadillo de atún y ...¡sorpresa! Aparece un gato de sabe dios donde. Que olfato. Que paz se respira aquí sentado. Los colores de la roca aquí están mas acentuados. Tonos rosas, rojizos y ocres se entremezclan en las rocas y las paredes de la montaña dándole el tono característico de Petra. De verdad que son preciosos.
Después de comer continuo con la bajada, deteniéndome en varias tumbas. La del soldado romano, de los jardines etc.. Lo único malo de esta ruta es la gran cantidad de basura que hay por todos lados y no parece que sea culpa del turista sino de los que viven aquí. Botellas, latas, garrafas, plásticos se van acumulando a lo largo del camino. Como esta no es una ruta muy transitada, la tienen descuidada. Por otros sitios hay papeleras. Por aquí nada. Con el pastón que cobran por entrar ya podían tener esto mas limpio. Aun así ha sido la mejor ruta por Petra. La recomiendo totalmente.
De aquí me dirijo a subir al monasterio. Que decir del camino que sube. 800 peldaños tallados en la roca, serpentean entre altas paredes veteadas de tonos rosas. El estrecho sendero esta salpicado de puestos de artesanía desde los cuales reclaman continuamente tu atención. La gente resoplando poco a poco, va ganando altura para llegar a una merecida recompensa: el monasterio. Es bastante mas grande que el tesoro y como todos los monumentos de Petra, esta tallado en la montaña. Eso es lo que mas me impresiona. El que fuera capaces de tallar semejante monumentos con los medios de entonces. Sentado hacia el monumento, en un banco del bar que hay enfrente, me tomo una fanta de fresa mientras contemplo la magnificencia del monasterio. Y doy descanso a mis doloridos pies. Dos gaticos pequeños se me suben a los pies y luego uno de ellos a la rodilla y allí se queda hasta que lo quito para irme. Ya solo queda emprender el regreso y al hotel a un merecido descanso. han sido 9 horas muchas de ellas sin parar de andar. Me abre hecho mas de 25 kilómetros así como el que no quiere la cosa.
Como reza el poema de Dean Burgon: "Una ciudad rosada tan antigua como el tiempo". Espectacular, bellísima, impresionante, misteriosa, no hay adjetivos que le haga justicia.
A las siete de la mañana me lleva una furgoneta desde el hotel. Gratis. ¡Aleluya! La entrada a Petra vale 50 dinares para un día y 55 para dos. Por cinco dinares mas merece la pena estar dos días. Donde se compran las entradas hay unos panfletos con un mapa del recinto. Un poco esquemático pero vale para apañarse uno. Como es temprano y temporada baja, no hay cola en la taquilla.
Lo primero hay un camino polvoriento y bastante feo, de casi un kilómetro para llegar a donde empieza lo interesante. Lo único de interés en este camino es el templo de los obeliscos del siglo I a.C. Los beduinos te asaltan constantemente ofreciéndote llevar en camello o en burro por, según ellos, un buen precio. De momento es cuesta abajo, por lo que si se quiere ir en burro es mejor esperar a la vuelta. De repente llega lo bueno: el Siq. Una gran garganta de 1,2 kilómetros franqueada por altas paredes de hasta 80 metros de altura. Es espectacular. Voy prácticamente solo maravillandome de los colores rojizos de la garganta y con la emoción de que, en cualquier momento, puede aparecer "el tesoro", que es el templo que sale en la película de Indiana Jones. Una cosa que me sorprende es que a lo largo de todo el cañón hay tallado, a ambos lados, un canal para llevar el agua. Al ir solo respiro paz y tranquilidad y un sobrecogimiento que me inunda al contemplar la belleza de las altas paredes.
Y por fin, poco a poco, va apareciendo el monumento mas famoso de Petra: al khazneh, también conocido como el tesoro. Una fachada tallada en la pared de 30 metros de ancho y 43 de altura que quita el aliento al verla. Desde que vi Indiana Jones he querido ver esto. Solo de pensar que esta tallado en la montaña, hace que se me pongan los pelos de punta, bueno los pocos que tengo. Es precioso, el monumento mas bonito de Petra, sobre todo por su buen estado de conservación y el lugar en el que esta ubicado. Fue construido como tumba para un rey nabateo en el año I a,C. A estas horas no hay casi gente y puedo disfrutar sin aglomeraciones de turistas. Se le llama el tesoro porque dice la leyenda que un faraón escondió allí su tesoro. Los beduinos se creyeron la historia y disparaban a la urna a ver si caía algo. Por eso hay numerosas marcas de bala en la fachada.
Quiero subir al mirador que hay a la derecha del tesoro pero hay un cartel de prohibido pasar. Pregunto y, efectivamente, esta cerrado el paso. Según el mapa parece que se puede ir por otro camino mas largo. Subiendo al altar de los sacrificios. Una buena subida mediante peldaños excavados en la roca, me lleva, a través de una barranquera, al altar de los sacrificios. Poco menos de diez minutos antes he visto a una chica que, en un recodo del camino en el que hay un puesto que vende collares, se ha ido a la izquierda. Yo allí dudo y el del puesto me dice que a la derecha. Yo tonto por hacerle caso ¡Si no sabe donde quiero ir! Cuando llego al altar me doy cuenta que al mirador del tesoro no puede ser por aquí. Me doy la vuelta y cojo el otro camino. Después de un rato llego a un alto. Allí una beduina me explica como llegar pero no me entero de nada. Solo se que tengo que ir para la izquierda y en 20 minutos llegaré. Hay unos mojones y los voy siguiendo a ver si hay suerte. Es un poco lioso pero al fin consigo llegar. Tengo una panorámica expendida del tesoro desde lo alto. Esta vistas, durante la hora que estoy allí, no tienen precio. Estoy mas de una hora totalmente solo disfrutando del panorama que me brinda este sitio privilegiado.
Cuando considero que ya llevo lo suficiente, vuelvo a subir al altar de los sacrificios. Allí no hay mucha cosa. A destacar dos obeliscos de 6 metros de altura. De allí me bajo por la parte de atrás. La bajada me encanta. Hay desgastados escalones, veteados de tonos rojizos, excavados en la roca. Al fondo, muy abajo en la lejanía, puedo observar otras tumbas nabateas. El sendero es una delicia. La soledad me acompaña todo el camino. Apenas me cruzo con un pequeño grupo. Llego a una antigua cisterna de agua y aquí hago una pausa para comer. Me hago un bocadillo de atún y ...¡sorpresa! Aparece un gato de sabe dios donde. Que olfato. Que paz se respira aquí sentado. Los colores de la roca aquí están mas acentuados. Tonos rosas, rojizos y ocres se entremezclan en las rocas y las paredes de la montaña dándole el tono característico de Petra. De verdad que son preciosos.
Después de comer continuo con la bajada, deteniéndome en varias tumbas. La del soldado romano, de los jardines etc.. Lo único malo de esta ruta es la gran cantidad de basura que hay por todos lados y no parece que sea culpa del turista sino de los que viven aquí. Botellas, latas, garrafas, plásticos se van acumulando a lo largo del camino. Como esta no es una ruta muy transitada, la tienen descuidada. Por otros sitios hay papeleras. Por aquí nada. Con el pastón que cobran por entrar ya podían tener esto mas limpio. Aun así ha sido la mejor ruta por Petra. La recomiendo totalmente.
De aquí me dirijo a subir al monasterio. Que decir del camino que sube. 800 peldaños tallados en la roca, serpentean entre altas paredes veteadas de tonos rosas. El estrecho sendero esta salpicado de puestos de artesanía desde los cuales reclaman continuamente tu atención. La gente resoplando poco a poco, va ganando altura para llegar a una merecida recompensa: el monasterio. Es bastante mas grande que el tesoro y como todos los monumentos de Petra, esta tallado en la montaña. Eso es lo que mas me impresiona. El que fuera capaces de tallar semejante monumentos con los medios de entonces. Sentado hacia el monumento, en un banco del bar que hay enfrente, me tomo una fanta de fresa mientras contemplo la magnificencia del monasterio. Y doy descanso a mis doloridos pies. Dos gaticos pequeños se me suben a los pies y luego uno de ellos a la rodilla y allí se queda hasta que lo quito para irme. Ya solo queda emprender el regreso y al hotel a un merecido descanso. han sido 9 horas muchas de ellas sin parar de andar. Me abre hecho mas de 25 kilómetros así como el que no quiere la cosa.