05-02-2017
Espectacular
es poco. El templo de Kailasa es, sin duda, unos de los cinco monumentos más
espectaculares que he visto y lo curioso es que no se conoce apenas. Situado a
30 kilómetros de la ciudad de Aurangabad es uno de los 34 templos y monasterios
que se extienden a lo largo de 2 kilómetros en la pared de un acantilado en
Ellora.
Para llegar
a Ellora hay que dirigirse a la estación de autobuses y tomar el bus que en una
hora nos deposita en el sitio. Tengo que esperar más de media hora hasta que
llega y, como siempre, montones de gente se apelotonan para subir al autobús.
Después de empujones y forcejeos la gente va subiendo al bus. Yo me espero a
que acabe el follón de subir, como contraposición me he quedado sin sitio. Pero
bueno, solo es una hora, aunque un poco apretado. Una mujer se sienta en el
pasillo encima de mis pies. Ahora no me puedo ni mover. La parada es fácil.
Está todo lleno de carteles y referencias al recinto. En la entrada se suceden
los restaurantes, tiendas de recuerdos y los vendedores que me siguen para
vender cosas tan diversas como palos selfies, trozos de piña, figuras de piedra
etc.…
En las
taquillas pago 500 rupias por entrar a las cuevas. El primer monumento que
aparece a mi vista es el templo de Kailasa. Es un templo tallado en la roca de
la montaña y es el monumento monolítico más grande del mundo. Está diseñado
para recordar al monte Kailash, montaña sagrada para los hindús. Fue construido
en el siglo VIII y se dice que se emplearon 150 años y 7000 trabajadores para tallarlo.
Se extrajeron más de 200000 toneladas de roca. El templo fue tallado de arriba
hacia abajo y solo al estar allí te das cuenta de la dificultad de tal hazaña.
No hay margen para el error. Yo me quedo boquiabierto mirándolo. Hay que estar
allí para contemplarlo en toda su magnificencia porque las fotos no le hacen
justicia. Solo estando allí te das cuenta las magnitudes faraónicas de la obra.
No entiendo que este templo no se conozca tan apenas. Estoy mucho rato
paseándome por los tranquilos pasillos y deleitándome con la exquisitez de sus
tallas. Solo de pensar la cantidad de piedra que han tenido que quitar y la
precisión que han tenido que tener me deja con la boca abierta.
Después de
mucho rato me voy a visitar el resto de las cuevas. Las cuevas de la 1 a la 12
son budistas, de la 13 a la 31 hinduistas y el resto jainistas. Empiezo
visitando las budistas. Después del templo de Kailasa todo te parece poco. En
uno de los templos budistas hay un monje con varias mujeres alrededor que están
rezando y cantando. Allí me siento yo también para verlos. Los templos
hinduistas tienen menos detalles que los budistas y sus tallas representan a
sus diversos dioses. Las cuevas jainistas no se pueden visitar, por lo menos
por el camino que va siguiendo las cuevas. Esta cortado por peligro de
desprendimientos en las paredes.
A la vuelta
los autobuses paran en la puerta de las cuevas pero hay un jeep de los que
salen cuando se llenan y como no sé cómo va a ir de lleno el bus me decido por
el coche. No tardamos en salir. Por fin me ponen música de Bollywood a todo
volumen, que ya la echaba de menos. La primera vez que vine a la India en todos
los autobuses la ponían a tope, da igual que fuera de día como si eran las 4 de
la mañana, pero parece que años después la prohibieron en los autobuses
estatales. En el jeep vamos 4 personas en los dos asientos delanteros, cuatro
en los traseros y de momento dos en los asientos del maletero. Pronto empiezan
las paradas y a subirse gente. Llegamos a ir hasta 17 personas en un coche de 9
plazas. No me parecen demasiadas para la experiencia que tengo en estas cosas.
Los he visto mucho mas llenos.
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