17-06-2017
Este fin de semana, un nutrido grupo de espeleólogos del
club de montaña pirineos, nos dirigimos a Valencia a realizar las cavidades de
la sima del Campillo y la Llenca de Serrano. La idea es aprovechar la cercanía
del solsticio de verano para ver si conseguimos ver el rayo de sol penetrando
en la sima. Yendo hacia Tous, el pueblo en que se localizan las cavidades, el
GPS nos hace dar una pequeña vuelta y nos mete por el centro de Valencia. Será para que veamos el gigantesco murciélago
que adorna la fachada del estadio de Mestalla. Aun con la vuelta no somos los
últimos en llegar. Desde Tous nos dirigimos a las cavidades, que están a tomar
viento. Después de muchos kilómetros de pista llegamos al sitio donde aparcamos
los coches. Esto es un secarral y el sol nos golpea inclemente sobre nuestras
cabezas. Esto es un secarral, son casi la una y se pueden freír huevos en las
piedras del calor que hace.
Nos ponemos los monos y nos dirigimos a la entrada de la
sima. Algunas de las chicas se quedan buscando una llave del coche que no
encuentran. El desvío a la sima está a pocos metros de los coches y hay un
cartel marcándola. En el cruce Miguel les echa un grito de que es por allí. En
diez minutos llegamos a la entrada. Hay gente en la cueva que han instalado dos vías. Hay una época en que
está prohibida por los murciélagos pero no para estas fechas. Hay que pedir autorización aunque en la pagina web de la federación valenciana no sale muy claro porque en cavidades reguladas solo sale la prohibición del 15 de octubre al 16 de marzo y no hay ningún cartel que lo ponga a la entada de la cueva. Nosotros instalamos la vía que nos han dejado libre.
Baja Miguel a instalar la cavidad y al rato nos damos cuenta
que faltan seis chicas, ni mas ni menos. Hace mucho rato que deberían haber
llegado. Me voy a ver si las veo. En los coches no están por lo que solo se me
ocurre que se han pasado el evidente cruce y se han ido camino adelante. A lo
lejos no se les ve. Jose se ha subido a una loma, al lado de la cueva, a ver si
las ve a lo lejos. Tampoco. Sigo el camino durante bastante tiempo. Veo varios
pares de huellas que me da que son de ellas, aunque no estoy seguro. Voy asfixiado.
El mono de espeleo da mucho calor pero no me lo puedo quitar porque voy solo en
calzoncillos debajo de el. El sol me golpea sin piedad y la sed es cada vez
mayor. No me esperaba tener que ir tan lejos y no he cogido agua. Voy gritando
llamándolas pero solo el eco me replica en la lejanía. De vez en cuando tengo
contacto visual con Jose que me confirma que el tampoco las ve. El paisaje es
muy árido sin otra vegetación que matojos que apenas cubren los pies. Entre el
sol y los gritos se me va secando la garganta y voy empezando a sentir la falta
de agua. El camino baja serpenteante a lo largo de un barranco. Ni las veo ni
las oigo por mucho que grito. Las eses del barranco me impiden ver muy a lo
lejos y ni siquiera sé si han tomado este camino o se han ido por otro sitio.
Decido dar la vuelta porque, como baje al barranco, luego igual no me quedan
fuerzas para subir por la falta de agua. Con la lengua casi pegada al paladar
emprendo el regreso al coche. Voy a pedir las llaves del coche para cambiarme y
coger agua y volveré a buscarlas.
Cuando llego a la entrada de la cueva me bebo casi una
botella entera de agua calentorra. A los cinco minutos de estar allí, Jose nos
da el grito de que ya las ha visto. Se quieren ir barranco a través hasta donde
estamos nosotros pero les decimos que cojan el camino que será mas rápido,
aunque no todas nos hacen caso. Vamos al coche y allí nos encontramos, por fin,
con Noe y Cris que están cogiendo agua. Cogemos un paraguas, agua y zumo y nos
vamos a buscar al resto. Una ha vomitado del calor y la insolación. Han debido ponernos verdes
por todo el camino, porque decían que no las habíamos esperado. Parece que no
se enteraron de cuando les aviso Miguel. Y al ver el pedazo cartel que había se
quedan un poco de piedra. Después de casi tres horas, por fin consiguen llegar
a la boca de la cueva. No se la temperatura pero se asan los pájaros. El agua
fresca que hemos cogido del coche nos sienta de maravilla.
El resto ya están todos abajo. Nos equipamos e iniciamos el
descenso. Para algunas es su primera cueva y están un poco nerviosas. Hay tres
fraccionamientos muy cortos y luego un rapel volado muy espectacular de mas de
50 metros, que va a parar al medio de la cavidad. Son las seis de la tarde
cuando el último de nosotros entra en la cavidad. Un grupo nos vamos a explorar
la parte superior de la cavidad y los que han entrado antes se van a la parte
de abajo. Las formaciones son espectaculares, con altas columnas de intrincado
relieve, resaltando, sobre la oscuridad del fondo, a la luz de nuestros
frontales. Disparo la cámara una y otra
vez intentando captar la belleza del
momento. Nos paramos cada poco a hacernos fotos y disfrutar de las vistas.
Volvemos al punto de partida y nos dirigimos al fondo de la cavidad. Desde aquí
hay una buena perspectiva de las enormes dimensiones de la bóveda de la sima.
Poco a poco vamos subiendo los cincuenta metros del volado.
Avanzamos bastante porque el grupo que había aquí nos ha dejado subir por sus
cuerdas. Cuando llego arriba una chica del otro grupo me da un botellín de
agua. Nos la hemos bebido toda. Esta caliente pero sienta divinamente. Llegamos
a los coches de noche y muy cansados. Ahora toca buscar un sitio para dormir y
mañana mas.
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